Es una de las primeras cosas que aprendemos cuando nos emancipamos. La primera lección sobre cómo sobrevivir fuera del hogar. De hecho, se supone que es una de las tareas de cocina más sencillas. Hemos visto millones de veces cómo se hace. Pero cuando nos ponemos manos a la obra no siempre conseguimos un plato para enmarcar. En nuestra empresa de huevos camperos sabemos bien que se trata de poco menos que una obra de arte. Una habilidad que se perfecciona con el tiempo y, sobre todo, con la práctica.